La creación del Real
Seminario de Minería, inagurado el 1º de enero de 1792 con el objeto de
reformar la minería y metalurgia en la Nueva España, trajo como consecuencia el
florecimiento en México de una nueva disciplina científica: la mineralogía.
Tempranamente, su primer director, Fausto de Elhuyar (1755-1833), descubridor
del tungsteno, reconoció que los problemas que adolecía la minería de la Nueva
España se debían, en parte, al escaso conocimiento mineralógico de las menas,
lo que redundaba en su pobre aprovechamiento metalúrgico.
Así, con el
establecimiento del Real Seminario de Minería y la publicación del primer libro
de mineralogía de América, por Andrés Manuel del Río (1764-1849), en 1795, el
conocimiento empírico que se tenía de los minerales gradualmente evolucionó
hacia investigaciones verdaderas, tendientes a conocer la composición
mineralógica de los ricos yacimientos que se explotaban en el país. A pesar de
los contínuos cambios en los planes de estudios del Seminario, la mineralogía
se convertió en la columna vertebral de la preparación del ingeniero de minas.
En Europa A. del Río tuvo
contacto directo con A. L. de Lavoisier (1743-1794) y con el abate Haüy
(1743-1822), considerados como el fundador de la química moderna y como el
padre de la cristalografía, respectivamente. La prolífera labor de Andrés M.del
Río, que introdujo las ideas de la escuela neptunista de Werner en Nueva
España, se prolongó hasta mediados del siglo XIX, incluye el descubrimiento de
un elemento químico, el vanadio (eritrono) y sentó las bases de la
investigación mineralógica futura en México. En abril de 1795 comenzó a dictar
el primer curso de mineralogía (orictognosia) que llego a darse en México y
publicó ese mismo año, la primera parte de Elementos de Orictognosia, donde
describió a los minerales por sus caracteres exteriores y les asignó un lugar
en la clasificación o sistema mineral de Werner, siguiendo la clasificación del
mineralogista sueco Torbern Bergman (1735-1785).
Cuando A. de Humboldt
(1769-1859) visitó México en 1803 participó activamente en las labores del Real
Seminario. Organizó excursiones a Chapultepec, la zona basáltica del pedregal
del Xitle y al Peñon de los Baños, recogiendo datos y muestras de minerales y
rocas que una vez en el Colegio sometió a ensayos químicos para su
identificación. Así, los estudiantes enriquecieron sus conocimientos con la
gran experiencia del Barón, al mismo tiempo que Elhuyar y Del Río contaron con
sus conocimientos en el análisis e identificación de la creciente colección de
rocas y minerales del Seminario.
A menos de cuatro años de
la publicación de la tercera edición de las Tablas Mineralógicas de Karsten de
1800, A. del Río (1804) las tradujo para uso del Colegio de Minería. Mencionó
que en los nueve años transcuridos desde la aparición de la primera parte de su
Orictognosia, la mineralogía había hecho más progresos que en muchos siglos de
otros tiempos. Con esta obra se establecen las bases de una “mineralogía
geográfica”, al describirse numerosos minerales por localidades. Aquí publicó
el autor el hallazgo del polémico “eritronio”, elemento químico que confundió
con el cromo y fue redescubierto en 1831 por Wöhler que lo denominó vanadio.
El de 1805 fue el último
vurso que dio Del Río en la primitiva casa del Seminario (El Hospicio de San
Nicolás), dado que viajó a Coalcomán, para establecer la primera ferrerí y más
tarde a estudiar algunos depósitos de mercurio. Durante algunos años no se
dictó la cátedra de mineralogía, los sucesos de la Independencia modificaron la
situación interna del Colegio, y su director, F. De Elhuyar, se vio precisado a
renunciar y a salir del país. Durante ese periodo, hubo frecuentes cambios en
los planes de estudio que resintieron la enseñanza y el desarrollo de la
mineralogía. No obstante, en 1827 se editó la traducción del sistema mineral de
Bercelius en el que se establece una sistemática mineral basada exclusivamente
en fundamentos químicos. Más tarde, en 1832 del Río publicó una nueva
Orictognosia, una mineralogía sistemática sin precedentes, en donde ya se había
establecido con claridad la necesidad de utilizar los caracteres exteriores o
cristalográficos ( no siempre visibles en los minerales) de Werner y la
mineralogía basada en fundamentos químicos de Bercelius. Aquí reconoce como de
su propiedad a la marganesa sulfúrea de Oaxaca, el plomo pardo de Zimapán, el
ioduro de mercurio de Casas Viejas, la plata azul de Catorce y el seleniuro de
zinc de Culebras.
Uno de los aspectos más significativos en
el impulso de la mineralogía, durante la segunda mitad del siglo XIX, fue el
desarrollo de una técnica nueva y singular: el examen de los minerales
constituyentes de las rocas mediante el microscopiopetrográfico. Su originador
fue W.Nicol (1768-1851) de Edimburgo, que primero estudió la microestructura de
la madera fósil mediante esta técnica. En la década de 1850, H.C.Sorby
(1826-1906) aplicó la técnica de Nicol, que finalmente fue reconocida como de
fundamental importancia en el estudio de los minerales petrogenéticos por F.Zirkel
(1838-1912).
En la obra de del Río de 1846, publicada tres años antes de su
fallecimiento, el autor reconoció la importancia de la nueva técnica de
observación al microscopio polarizante. Con esta obra, el ilustre descubridor
del vanadio cierra medio siglo de producción de textos mineralógicos.
La cátedra de mineralogía, era una de las de mayor tradición e
importancia de las del Seminario. Antonio del Castillo (1820-1895),
sobresaliente estudiante de la carrera de Ingeniero de Minas, graduado en 1845,
sustituyó a Andrés Manuel del Río y, tal como su predecesor, sostuvo la cátedra
por largo tiempo, de 1846 a 1891. Además, desempeñó la cátedra de química entre
1880 y 1886 y formó el Gabinete de Mineralogía, Geología y Paleontología, que
llegó a poseer la colección más completa de rocas y minerales mexicanos.
Publicó, en 1846, una especie de catálogo de minerales que amplió y
reeditó en 1864. Describió un mineral nuevo de bismuto y sus méritos
científicos fueron ampliamente reconocidos a nivel internacional, por lo que el
célebre mineralogista alemán Rammelsberg, le asignó una especie mineral
descubierta en Guanaceví, Durango, considerada anteriormente como una bornita
argentífera. Del Castillo se destacó también por sus estudios sobre los
meteoritos del país y fue el autor del primer catálogo de meteoritos mexicanos
(del Castillo, 1889). Fue el director fundador del Instituto Geológico
Nacional, origen del actual Instituto de Geología de la UNAM. En esa
institución, conjuntamente con José G.Aguilera (1857-1941) y Ezequiel Ordóñez
(1867-1950) iniciaron la labor de cartografía geológica del país e
investigaciones geológicas, mineralógicas y paleontológicas sin precedentes.
Al analizar la mineralogía del siglo XIX en México, es menester recordar
al célebre Leopoldo Río de la Loza (1807-1874), cuya variada obra incluye a la
química natural y mineralogía cristalográfica. La obra de Santiago Ramírez
(1841-1922) es por demás extensa; comprende más de 100 artículos que incluyen
estudios mineralógicos detallados, como el efectuado de los minerales medinita
y barcenita. El último mineral en honor de Mariano Bárcena (1842-1894),
discípulo de Río de la Loza y Gabino Barreda, quién aportó una obra que incluye
es estudio de los importantes depósitos de ópalo del país, de obsidiana,
livingstonita, cinabrio, piromorfita, minerales de bismuto, etc.
La obra de Carlos F. De Landero, incluye la enumeración de numerosas
localidades de minerales del país e investigaciones del autor de diversas
propiedades de minerales hallados en México.
Cerrando el siglo XIX, José G. Aguilera (1898), enumeró más de
doscientas especies minerales y más de dos mil localidades mineralógicas. En
ese momento se habían descubierto una veintena de minerales nuevos en el
territorio que eran codiciados por los coleccionistas y todos los museos de la
especialidad en el mundo; la mineralogía era una disciplina bien establecida en
el país, tanto desde el punto de vista práctico como científico.
En 1895 el físico W.C.Röntgen (1845-1923), descubrió la radiación
electromagnética invisible capaz de atravesar los cuerpos sólidos, que llamó
rayos X. Posteriormente, en 1912, Max von Laue demostró la difracción de los
rayos X por los cristales. Se inicia así la etapa de la mineralogía moderna
que, con la aplicación del microscopio electrónico, a mediados del siglo XX, al
estudio de los minerales se abre un campo inconmensurable, que trajo como
consecuencia el descubrimiento de un número de minerales nunca antes
sospechado.
Entre los trabajos mineralógicos realizados en México durante el siglo
XX sobresalen las aportaciones de F.Fabregat, con su revisión crítica de varios
minerales mexicanos, aspectros cristalográficos y bibliográficos. E.Schmitter,
al que se le honró con la designación de un nuevo mineral de telurio de
Moctezuma, Sonora.
En 1984 se creó la Sociedad Mexicana de Mineralogía que comenzó el año
siguiente a editar su Boletín de Mineralogía; organizó el Primer Congreso
Mexicano de Mineralogía en 1991, año en que se funda la Sociedad Mexicana de
Geoquímica, que también abarca aspectos mineralógicos.
La mineralogía es una disciplina de gran tradición en el país, pero son
pocos los individuos y las instituciones que se dedican actualmente a
cultivarla, por lo que es fundamental conjuntar esfuerzos tendientes a su
desarrollo futuro.
Actualmente se ha descubierto más de 60 minerales nuevos en el
territorio de México, lo que de por sí habla del gran potencial del territorio
nacional en el área de la mineralogía. Más de dos centurias distan la primera
Orictognosia de Andrés M.del Río. Ahora, tal como entonces, gran parte del
trabajo está por realizarse. Cada yacimiento mexicano es, cuando se hacen
estudios mineralógicos detallados, una fuente inagotable de información. Muchos
de esos estudios están a la espera de ser realizados.
Referencias bibliográficas.
Aguilera-Serrano J.G. 1898. Catálogos sistemático y geográfico de las
especies mineralógicas de la República Mexacana: Instituto Geológico de México,
Boletín 11, 157 pp.
Castillo Antonio del, 1846. Cuadro de especies mineralógicas de la
República.
-----, 1864, Catálogo de las especies minerales y sus variedades que se
encuentran en México. Cuadro de la mineralogía mexicana, conteniendo las
especies minerales dispuestas por orden de su composición química y
cristalización, con arreglo al sistema del Profesor Dana: Boletín de la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1ª, p., X. También en el Minero
Mexicano, VII., ya con el arreglo propuesto por Dana.
-----,1889, Catalogue descriptif des météorites (Fers et Pirres
Météoriques) du Mexique avec l’ndication des localités. Paris, avec une carte
(1:400000).
Río, A.M. del, 1795, Elementos de Orictognosia o del conocimiento de los
fósiles, dispuestos según los principios de A.G.Werner, para el uso del real
Seminario de Minería de México. México, impreso por M.J.de Zúñiga y Ontiveros.
-----, 1804, Tablas mineralógicas dispuestas según los descubrimientos
más recientes e ilustradas con notas por D.L.G.Karsten Consejero del Rey de
Prusia, Profesor de Mineralogía, e Inspector del Real Gabinete, Socio y
Correspondient de muchas Academias. Tercera Edición Alemana de 1800 traducida
al castellano para el uso del Real Seminario de Minería por... Impresas en
México: por Don Mariano Joseph de Zúñiga y Ontiveros.
-----,1805, Elementos de Orictognosia o del conocimiento de fósiles,
dispuestos según los principios de A.G.Werner, para el uso del Real Seminario
de Minería de México. México, Impresos por M.J. de Zúñiga y Ontiveros.
------,1827, Nuevo sistema mineral del Sr.Bercelio, del año 1825,
traducido del francés, con algunas notas y adiciones por..., México, Imp. Del
Aguila.
------, 1832, Elementos de Orictognosia, o del conocimiento de los
fósiles, según el sistema de Bercelio; y según los principios de Abraham
Góttlob Wérner, con la sinonima inglesa, alemana y francesa, para uso del
Seminario Nacional de Minería de México. Parte práctica. Segunda edición.
Filadelfia, Imp. De J.F.Hurtel.
-------,1846, Elementos de Orictognosia o sea Mineralogía o del
conocimiento de los fósiles, según el sistema de barón Bercelio, y según los
principios de Abraham Gottlob Werner. Para uso del Seminario Nacional de
Minería. Parte preparatoria. México. Imp. De R.Rafael
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